IN/SA-TIS-FE-CHO

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Escucha el Pan Diario aquí:

La insatisfacción se define como un sentimiento que aparece cuando las cosas que tenemos o que hemos conseguido no cubren por sí mismas nuestras expectativas, o dicho en palabras más sencillas, la insatisfacción es cuando sentimos que nos falta algo.

Debería ser frecuente usar esta palabra para expresar cosas sencillas, como «estoy insatisfecha con esta porción de comida» o «estoy insatisfecha con el servicio ofrecido por esta empresa», pero lamentablemente, esta palabra mucha veces expresa la condición de nuestro corazón.

A veces el corazón, es como una gran barril sin fondo, le echamos y le echamos cosas, pero parece no llenarse, por el contrario, se siente vacío, por todos aquellas cosas que anhela y que no tiene.

La biblia nos advierte que nuestro corazón puede ser engañoso (Jeremías 17:9), y no siempre lo que sentimos es la realidad, así que en lugar de alimentar ese sentimiento, quiero compartirte dos versículos con los que Dios me ha hablado.

El primer versículo que Dios me dio, fue a través de una amiga de la iglesia, a la que en un sueño Dios le dijo que me dijera esto:

«Disfruta de lo que tienes en lugar de desear lo que no tienes; soñar con tener cada vez más no tiene sentido, es como perseguir el viento.»

ECLESIASTES 6:9 NTV

El corazón insatisfecho no puede disfrutar de lo que tiene, porque en enfoca más en lo que no tiene. Estoy segura de que esto no es algo que solo me ha pasado a mi, por eso hoy quería compartirte este versículo y decirte que piensa Dios sobre esta actitud: no tiene sentido, es tan absurdo como perseguir el viento.

Entonces, la pregunta es ¿Cómo puedo hacer este cambio en mi corazón? ¿Cuales palabras puedo decirle a mi corazón para que deje de ser tan necio?

Estas palabras también me las dio el Señor, llegó a mi a través de un pequeño obsequio, una tarjetita que decía una versículo que ya conocía de memoria, pero que aún no había bajado a mi corazón:


«El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito.»

SALMO 23:1 NTV

Estás diez palabras son suficientes para llenar tu corazón insatisfecha, cuando tienes las certeza de que han salido de la boca misma de Dios.

Dios me dijo: Alejandra, yo soy tu pastor, tienes todo lo que necesitas.

Si están leyendo o escuchando, me gustaría que repitieras esto mismo, pero con tu nombre. Dilo todas las veces que sea necesario, hasta que estés convenido.

Cuando viene a mi mente este pasaje, me detengo a hacer memoria de todas las cosas que Dios me ha dado, hago pequeños recuentos que me ayudan a identificar la bondad de Dios, su gran provisión, y definitivamente puedo reconocer que es cierto, que Dios es mi pastor, quien que me cuidado y me ha dado incluso más de los he necesitado.

Dios no miente, Él cumple todo lo que dice, así que si aún no le has entregado tu vida a Jesús, podrías hacerlo en este mismo momento, puede decirte, Jesús, siento que me faltan muchas cosas, me siento vacío, ¿podrías pastorearme? te entrego mi vida, confió en ti.

-Por Alejandra Carrillo Salazar-