HUMILDE

HUMILDE

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Ahí estaba David, confrontado por su pecado, había cometido adulterio, había asesinado al esposo de esa mujer con la que adulteró, y ya había transcurrido casi un año con su pecado, pero no lo había reconocido, aunque quizá lo estaba carcomiendo por dentro.

Hasta que fue confrontado y no aguantó más, arrepentido, se humilló ante el Señor y clamó por perdón. Y en su clamor sabía que necesitaba ser cambiado hasta lo más profundo de su ser, y es cuando clama con todo y dice:

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.”

Salmos 51:10 RVR1960

Este debe ser nuestro clamor también, esta debe ser nuestra mayor necesidad, ser transformados por el Señor, que quite nuestra iniquidad, que cambie nuestras intenciones malvadas y nuestra inclinación al pecado, que renueve nuestra entrega y amor por Él, que ponga Su temor en nuestro ser para no pecar contra Él.

Cuando reconocemos nuestra condición de pecado, cuando nos damos cuenta de nuestras debilidades y limitaciones es cuando se abren nuestros ojos a la grandeza del Señor Jesucristo, esto es humildad.

Te invito a que humildemente puedas clamar como David al Señor Jesucristo y le digas: “Cámbiame Señor, deseo tanto ser de tu agrado, transforma mis pensamientos y deseos Señor”

-Por JonCley Mtrs-